Historia
El Colegio Nacional J.P.V. fue creado por la Sociedad Uruguaya de Enseñanza como instituto educativo de formación laica. Su dirección inicial fue confiada a la Maestra Déborah Vitale D’Amico (1888 – 1957), una de las primeras mujeres que tuvieron participación destacada en la actuación pública del país. Perteneció a la segunda generación femenina del Uruguay cuya intervención innovadora se proyectó en diversos dominios de la cultura uruguaya: Petrona Viera (1890 – 1960) en plástica, Julia Arévalo (1898 – 1985) en política, Josefina Lerena Acevedo (1889 – 1967) en periodismo, Juana de Ibarbourou (1892 – 1979) en poesía, Luisa Luisi (1883 – 1940), Alicia Goyena (1897 – 1977) y Deborah Vitale D’Amico (1888 – 1957) en la docencia.
Vitale ya tenía una reconocida trayectoria como docente del Instituto Normal y de la Escuela de Práctica República Argentina cuando fue nombrada, en 1937, como Directora de la flamante Sección Femenina de la Escuela y Liceo Elbio Fernández. Poco después, el lamentado fallecimiento del Director histórico Jerónimo Zolesi desata una profunda crisis institucional motivada por desavenencias entre quien ocupó el cargo vacante de Dirección y el Consejo Directivo de la Sociedad de Amigos de la Educación Popular. Los acontecimientos sucedidos en la primera quincena de octubre de 1942 aumentaron la conflictiva a un grado tal que no fue posible evitar la escisión institucional: renuncia del Presidente y de los consejeros de la Comisión Directiva, renuncia del Comité José Pedro Varela de la Sociedad de Amigos de la Educación Popular, renuncia indeclinable de Déborah Vitale a la Dirección de la Sección Femenina, renuncia del Vicepresidente y del Secretario de la Sociedad de Profesores y Maestras del Elbio Fernández, renuncia del personal docente y administrativo de la Sección Femenina, de los profesores del Liceo de la Joven y de la Sección Comercio y expresiones de absoluta solidaridad de la Asamblea de Padres de la Sección de Varones. Al día siguiente el alumnado de la Sección Secundaria hizo huelga en rechazo a la política seguida por las autoridades que se mantuvieron al frente del Elbio Fernández.
El 17 de octubre tuvo lugar una reunión en la Escuela de Declamación entre los protagonistas de la divergencia, liderados por el comité José Pedro Varela, donde se anunció la fundación de una nueva escuela bajo la dirección de Déborah Vitale.
Un porcentaje muy alto de padres de alumnas de la Sección Femenina del Elbio Fernández se solidarizó con la propuesta de fundación y retiró a sus hijas de la Institución, en tanto que el alumnado del Liceo de la Joven y de la Sección comercio abandonó los cursos para sumar su apoyo.
El 24 de octubre de 1942 se celebró la reunión convocada por el Dr. Francisco M. Pucci para fundar la Sociedad Uruguaya de Enseñanza y su primer establecimiento de enseñanza que se denominaría Colegio Nacional José Pedro Varela. Deborah Vitale D’Amico fue designada como Directora General, con plenas potestades para nombrar el personal docente y administrativo. La célebre educacionista dejó constancia de que desempeñaría su cargo con carácter honorario.
Los primeros cursos de la Sección Primaria y del Liceo de la Joven se dictaron en salones cedidos en préstamo por la Sociedad Francesa de la Enseñanza en su Liceo Francés, por la Escuela Nacional de Declamación y por la Sociedad de Estudios Odontológicos. Dieciséis días después el Colegio Nacional se instalaba en sede propia, ubicada en el antiguo local del Museo Histórico, en la calle Colonia 1645. Contaba con 308 alumnos, distribuidos en 12 grupos, y un plantel de 47 docentes. Cuatro años más tarde ya se había inaugurado la Sección Varones, Primaria contaba con Jardín de Infantes desde los cuatro años y un séptimo curso preliceal, Secundaria tenía doce grupos, se dictaban cursos regulares en Comercio y Liceo de la Joven y se había alcanzado el millar de matrículas.
En el acta de fundación del Colegio, Deborah Vitale dejó asentada la piedra fundamental sobre la que han descansado los cimientos de la Institución: Poner este Colegio bajo el espíritu de Varela, no supone reproducir fielmente la escuela que él fundara hace 75 años; supone algo mucho más hondo, más humano: es ideológicamente armonizar con nuevos procedimientos y técnicas pedagógicas la estimación de la vida noble y digna.
Desde aquellos esforzados comienzos a los esforzados devenires actuales el Colegio Nacional ha mantenido incólume su matriz ideológica, su cerno humano, su tradición cultural, su espíritu de cambio asociado al de permanencia de la identidad, su inquebrantable apego a los valores que hacen a una sociedad más justa, igualitaria, diversa, tolerante, fraterna y liberal.